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Le prometieron ayuda, una vida mejor y le pagaron un viaje a Europa. Así comenzó la pesadilla que vivió Chantall, una huérfana nigeriana de 18 años, que huyó de su país para huir de un matrimonio forzoso

[La trata de seres humanos en España: así es la esclavitud del siglo XXI en nuestro país]

Tras comprometerse a pagar la deuda del viaje una vez llegase a Europa y comenzara a trabajar, Chantall inició una larga travesía, desde Nigeria a Marruecos, durante la que sufrió violencia tanto física como sexual. Durante su periplo, también tuvo que permanecer escondida en un bosque junto a otros refugiados antes de trasladarse a España por mar.

Cuando llegó a Madrid, la red de tráfico de personas que la había captado la trasladó a la Oficina de Asilo y Refugio y le obligó a contar una historia que poco tenía que ver con la realidad que había vivido. A partir de entonces, todo empeoró, y fue obligada a saldar la deuda que había cargado a sus espaldas durante el viaje mediante el ejercicio de la prostitución.

Este relato fue el mismo que escucharon los integrantes del equipo del Proyecto Esperanza, fundado por las Adoratrices, el día que Chantall llegó al centro para pedir ayuda. El proyecto está, además, impulsado por la Fundación Mutua Madrileña.

No sería la primera ni la última de las historias escalofriantes que los trabajadores del centro escucharían —a día de hoy han atendido 1.927 casos desde sus inicios—. Aunque la experiencia de cada mujer es única, el sentimiento de vulnerabilidad y amenaza es compartido; y es esa sensación la que el equipo del centro utiliza como recurso principal para trabajar con todas las mujeres supervivientes de trata a las que atienden. 

Entre las más de 25 personas que forman parte del Proyecto Esperanza y que acompañan a las mujeres durante el proceso de recuperación se encuentra Marta González Manchón, coordinadora de Sensibilización e Incidencia Política. 

«Hay muchas formas de trata: para matrimonio forzado, explotación sexual, laboral, para comisión de actividades delictivas…», explica. Y añade: «Cualquier tipo de trata supone una violación grave de los derechos humanos y también, en muchas ocasiones, una forma de violencia de género«.

Sobre las circunstancias de las víctimas de trata, González recalca que esta situación «tiene un impacto muy grave sobre la persona, y no solo a nivel físico; también afecta a nivel psicológico, social y emocional».

Sin embargo, con el Proyecto Esperanza las víctimas obtienen una perspectiva de futuro: «No solo nos centramos en cubrir las necesidades básicas de la mujer, valorar su situación y los posibles riesgos que puede sufrir, sino también cuáles son sus fortalezas, sus objetivos, y qué es lo que ella quiere lograr«.

Kit que recibió Chantall al llegar al centro del Proyecto Esperanza.


Kit que recibió Chantall al llegar al centro del Proyecto Esperanza.

Cedida

Todo empieza con una llamada

Detrás del número de teléfono del Proyecto Esperanza (+34 607 542 515) hay un integrante del servicio de Detección e Identificación de casos las 24 horas del día, dispuesto a atender a cualquier persona que necesite ayuda o información

«El objetivo es que, ante cualquier sospecha, indicio o posibilidad de una situación de trata, nos activemos de forma inmediata y valoremos el caso», explica la coordinadora de Sensibilización y e Incidencia Política.

«A partir de ahí, tratamos de tener un contacto directo con la posible víctima, escucharla, entender lo que le ha sucedido y, a la vez, ofrecerle toda la información disponible (qué derechos y opciones tiene, qué apoyo le podemos ofrecer…)», expresa.

Sin embargo, González explica que los servicios del centro no solo se limitan a ofrecer información: «También pueden acceder a un alojamiento si lo necesitan de forma inmediata y en nuestro centro multidisciplinar se ofrece apoyo social, jurídico, psicológico, educativo y de formación y empleo para todas las mujeres que han sido víctimas de trata».

En el Proyecto Esperanza se diseña un plan individualizado para cada víctima, trabajando con los objetivos que ellas mismas se marcan. Para muchas, recuperarse y reinsertarse social y laboralmente es su misión principal.

«Son muy pocas las que quieren volver voluntariamente a su país. La mayoría optan por quedarse en España y por intentar salir adelante. Gran parte de ellas ha venido a España con la intención de poder mejorar su situación económica y la de sus familias«, recalca González Manchón.

«Las acompañamos y apoyamos para que ellas, después de sufrir la vulneración de sus derechos, puedan recuperarlos», concluye.

Gracias a la iniciativa de Proyecto Esperanza, Chantall, al igual que otras muchas mujeres, ha podido iniciar su recuperación. La víctima confiesa que al principio le costaba mucho «el tema de la confianza». «No sabía que podía compartir mi dolor. Pero gracias al apoyo de la psicóloga he podido conocerme a mí misma y descubrir mis fortalezas», reconoce.

Respecto a la vida después de la trata, Chantall lo tiene claro: «Yo les diría a las mujeres que con apoyo pueden conquistar su libertad».

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