«España tiene mentalidad de siervo y eso es culpa del franquismo»

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El actor y escritor Carlos Bardem (Madrid, 1963) escribe sobre el pasado esclavista de España -ese que la memoria oficial ibérica prefiere omitir- sin afilarse en exceso el colmillo, sin volverse panfletario, sin ensañarse con los que fuimos. Dice que le gusta tener una relación equilibrada con la Historia; por eso no ha juzgado al protagonista de su novela Mongo Blanco (Plaza & Janés), un joven malagueño llamado Pedro que un día se echa al mar y acaba convertido en uno de los grandes negreros del siglo XIX. Examinarlo moralmente sería vaciarlo de relieve, desdeñar todos los matices -será de celebrar en estos tiempos polarizados-.

Eso sí, reconoce que nuestro país aún guarda pulsos totalitarios y explotadores. A Bardem le resucitan, por ejemplo, cuando escucha a Díaz Ayuso. Charlamos con el autor sobre la Leyenda Negra, sobre el franquismo sociológico, sobre los golpes modernos a la libertad. Sobre la mediocridad premiada de un país que padece de falta de cultura democrática. Sobre decir «políticamente incorrecto» cuando quiere decirse «facha». 

¿Qué relación tienes con Pedro Blanco Fernández de Trava? 

La relación que tengo con Pedro Blanco es una relación de fascinación y de odio. Es un personaje real, existió, hay unos hitos biográficos claros… esto no es un libro de Historia, es una novela, bien documentada, pero novela. He ficcionado partes. Y eso me ha obligado a, como escritor, a usar cosas que he aprendido como actor. Tú como actor comprendes que no puedes juzgar nunca a tu personaje, porque si no tiendes a hacer de él una caricatura. Un cliché. Hay que ponerse en sus zapatos. Yo he tenido que meterme en la cabeza, en la cosmogonía, en el imaginario, de un negrero del siglo XIX. Y tratar de entender sus razones. Entender no es justificar. He descubierto un personaje fascinante. Como escritor me impuse el reto de hacer de un monstruo un protagonista con  el que el lector de alguna manera pueda llegar a empatizar. Mientras escribía me apostaba a mí mismo: “¿En qué momento el lector va a sacudir la cabeza y a decir ‘demonios…’?”

“Me está cayendo bien este hombre”.

Exacto. Pedro Blanco, el real, fue un marino excepcional y un gran aventurero. Construyó de la nada un reino en África. Era del Perchel, de Málaga, era un hombre culto, yo le he dotado de un cinismo que creo que le hace más atractivo… y esa es mi relación con él. 

Me interesa mucho este lugar común de “era un hombre de su época”: suele utilizarse al hablar de racismo o de machismo en tiempos pasados. La pregunta es la siguiente: ¿el bien y el mal son universales o contextuales?

Es una muy buena pregunta. Verás, yo creo que hay una ley natural a partir de la cual es fácil discernir lo que está bien y lo que está mal, no debería ser tan complicado. Lo que pasa es que como  alguien dijo “el sentido común de cada época lo marca la clase dirigente”. Los que tienen el poder en cada momento. En esta parte del siglo XIX era de sentido común traficar con esclavos, pese a que desde siempre hubo abolicionistas y gente que estuvo en contra de la aberración que supone ser el dueño de otro ser humano. Pero bueno, había esclavistas porque había gente que compraba esclavos. Y en contra de lo que pensamos muchas veces (y es algo que he intentado reflejar en la novela), cuando tú le preguntas a las personas por la esclavitud, piensan en las plantaciones de algodón de Luisiana y los esclavistas del sur. Muy pocos tienen referencias de los grandes esclavistas españoles que hubo, porque el equivalente exacto e igual de importante que el algodón de los estados sureños era la caña de azúcar de Cuba y Puerto Rico. Y eso se cultivaba todo con mano de obra esclava. Así que la esclavitud permeó todas las capas de la sociedad, y no era un asunto sólo de los grandes plantadores, sino que había penetrado en cualquier estrato social.

Un señor que tuviera un pequeño colmado ponía parte de sus ahorros en las expediciones de los negreros como inversión, y no sólo eso, sino que se compraba su negro para que trabajara por él en la tienda. A lo mejor una señora con un taller de costurera, si le iban bien los encargos, se compraba su negra para que cosiera por ella. Todo el mundo tenía esclavos y era de sentido común tener esclavos. Lo que nos lleva a tener que reflexionar si muchas veces lo que nos dicen que es de sentido común no es una imposición ideológica interesada. 

¿Cuánto hay de memoria histórica en este libro?

Bueno, yo soy licenciado en Historia, no historiador. Un historiador es un señor que se dedica profesionalmente a la investigación histórica, y vive de eso, y hace públicas sesudas bibliografías. Yo no, yo estudié historia soy licenciado en historia moderna y contemporánea de España, del siglo XVI al siglo XX. De repente me topé con este personaje, Pedro Blanco, y su adláteres, y yo nunca había oído hablar de ellos. Eso me causó cierta extrañeza: “¿Cómo puede ser que si he dedicado años de mi vida a estudiar este período de la historia de mi país no sepa nada de estos señores?”. Y me puse a investigar. Memoria histórica en el sentido de que yo creo que es bueno que conozcamos la historia de España, en muchos sentidos es una anomalía cultural dentro de Europa, es el único país donde venció el fascismo por intereses geoestratégicos, con lo cual hemos tenido una dictadura fascista de 40 años, y eso nos ha legado una historia que es falsaria y que más que una historia estudiada de manera científica, tenemos con ella cierta relación mitológica.

Y por supuesto escamotea, oculta o nunca nos hablaron de ciertos episodios, como es la participación de españoles en la trata de esclavos. Muchas de las grandes fortunas de este país tienen su origen en la trata de esclavos, muchas instituciones (por ejemplo, la Bolsa de Barcelona), y cómo desde la familia Real, la reina regente, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias fue la mayor propietaria de esclavos de España. O cómo el arzobispo de Toledo ponía partes de las rentas del arzobispado… o cómo los grandes negreros catalanes hicieron su fortuna ahí, fortuna que luego sirvió para la ampliación de Barcelona, etc. 

¿Cuál es tu opinión sobre la llamada “leyenda negra española”? Últimamente hay voces discordantes, como la de María Elvira Roca Barea, que dicen que no existió, que tampoco fuimos tan malos. 

Es que me parece que tan falsario es un extremo como el otro. Vamos a ver: no se puede estudiar la historia en términos de maldad o de bondad, la historia es la que es. Y en la historia de nuestro país, como en la de cualquier otro país, hay episodios absolutamente hermosos y episodios absolutamente tremebundos. La historia de América se compone de esa mezcla de asuntos, y es por lógica cuando dos civilizaciones en su apogeo (en este caso la castellana, representante de la Europa del Renacimiento y la civilización azteca) colisionan, es imposible que haya un entendimiento. Una tiene que acabar con la otra, y eso fue lo que pasó. De eso surgió una tercera.

Quiero decir con esto: ¿hubo leyenda negra? Sin duda hubo leyenda negra. Lo que plantea esta historiadora es cierto: en aquella época el poder hegemónico en el mundo era el español. Ella lo vincula con el antiamericanismo que ha venido a raíz de la hegemonía de Norteamérica. Llevarlo al otro extremo y decir “estos señores eran maravillosos y fueron ahí a cuidar de los indios y a darles universidades” pues es otra barbaridad. Hubo señores que hicieron atrocidades y otros que hicieron cosas más decentes. Lo que no se puede hacer, y eso se hace mucho en este país, es bandería de nuestra historia. “No, es que fuimos maravillosos y estupendos, y nadie como los españoles, ¡los ingleses sí que son malvados…!”. 

Quieres tener una relación equilibrada con nuestro pasado.

Sí. Y como sociedad tenemos un déficit en ese sentido, porque durante décadas nos han contado una versión que tiene más que ver con un cuento de hadas que con la realidad… y darte de bruces con la verdad a veces es difícil. Dicho esto: aprovecho para decir que estas cosas de pedir disculpas que parece que irritan tanto… grandes naciones del mundo han pedido perdón por muchas cosas. Cuando has ofendido a alguien no está de más pedir disculpas. Pedir disculpas no es un símbolo de debilidad, sino de fortaleza. 

Fíjate la que se formó hace poco con lo de que España debía pedir perdón a México.

Parece que les están mentando a su abuelo. Tú no decides a quién ofendes. Es el ofendido el que se siente ofendido; si está en tu mano disculparte, insisto. Disculparse no es símbolo de debilidad, sino de fortaleza.

También Elvira Roca decía que los republicanos no fueron los vencidos en la guerra civil, que este país no es cainita (como supuestamente se piensa) y que igual que en otras guerras el vencedor eliminaba toda disidencia… ella decía que en España no, que en España se neutralizó al enemigo, no se le humilló y se le dejó coexistir. 

No, hombre, la historia la escribieron los vencedores a base de negar la existencia de la discrepancia. Los republicanos fueron los derrotados, por supuesto, en la Guerra Civil, y fueron los perseguidos, los fusilados, los encarcelados, los exiliados y los que están en las cunetas. Lo que sí tengo claro es que la equidistancia en este caso no corresponde, porque no es de una sociedad sana. Vuelvo a lo de antes: cuando tú quieres recuperar la salud como sociedad necesitas que haya justicia y reparación. Mientras aquí siga habiendo dictadores en mausoleos y gente enterrada en cunetas (que siguen figurando como criminales en registros judiciales)… no puede decirse que los republicanos no perdieron la guerra. Eso es una falsedad, y es una falsedad intencionada. Es una falsedad ideológica por parte de esta señora. 

Vamos bastante tarde con el tema de la reparación. Hay quien cree que esta es la última generación que puede arreglar eso, porque poco a poco se van muriendo los familiares de las víctimas del franquismo. ¿Crees que estamos a tiempo; puede caer este drama en el olvido?

La única manera de que esto caiga en el olvido es que hubiera justicia y reparación. Las sociedades son entes vivos y como tal tienen una entidad psicológica. Son psicoanalizables. Nosotros tenemos una herida psicológica profunda que mientras que no se solucione, nuestra sociedad no va a avanzar, no va a entrar en la modernidad. Y cuando dicen “los muertitos del abuelo”… pues sí, los muertitos del abuelo. Y sí, mientras haya muertitos del abuelo sin entregar a sus familias, no podremos avanzar. La impunidad no es cerrar una cosa. Hacer justicia sí es cerrar un proceso.

¿España tiene un pulso totalitario?

Yo creo que España, como te decía antes, es una anomalía histórica dentro de nuestro entorno europeo. Y la democracia no es únicamente una forma de gobierno, es una cultura. No tenemos esa cultura y no es nuestra culpa, porque eso se nos robó: no hemos tenido décadas de formación en la cultura democrática. Con lo cual, sí: España tiene una pulsión totalitaria, una pulsión de conmigo o contra mí, una pulsión de “da igual lo que roben, porque son los míos”. Una democracia sana es una cosa más aburrida, donde la gente al llegar las elecciones se informa, compara programas y puede votar sin hooliganismo. Un partido político no es un equipo de fútbol. Se puede cambiar de voto, no pasa nada. En una democracia importan las propuestas, no las soflamas, los colores, las banderas. 

¿Cuál es la esclavitud de la España de 2019?

Es la esclavitud que ha habido siempre. ¿Qué define al esclavo? El esclavo es alguien que carece de cualquier derecho. El más obvio es la libertad, pero no es sólo la libertad: cualquier derecho. En cuanto nuestra sociedad recorte derechos fundamentales, es una sociedad que tiene un germen de esclavitud o que practica formas colindantes de esclavitud. A mí me hace mucha gracia cuando leo a gente que se queja de la baja natalidad de nuestro país: “La gente no tiene hijos, blabla…”. Efectivamente, España necesitaría tener más niños, pero, ¿cómo puede tener niños la gente si no puede irse de casa de sus padres, si no puede tener un empleo que no sea precario, si esta misma gente que clama tanto contra la baja natalidad clama también contra que se suba el salario mínimo a 900 euros, anunciando que será el fin de los tiempos?

Volviendo a tu pregunta: ¿qué tenemos de esclavitud hoy en día? Estos tics en la cabeza que se evidencian en cosas como las que ha dicho Díaz Ayuso sobre los empleos basura. “No llamemos empleo basura al empleo basura porque hay mucha gente que quiere esa basura”. Bueno, esa es la mentalidad de una negrera, de una esclavista. Negrega del 2019. Fue vergonzoso.

¿Qué le parece que Madrid pueda volver a pertenecer a la derecha?

No me hace muy feliz, evidentemente. No me deja de asombrar. Tiene que ver con la concepción de la militancia ciudadana como un ejercicio de hooliganismo. Cuando el gobierno municipal o autonómico puede volver a un partido que a día de hoy tiene más dirigentes en la cárcel que en el Congreso de los Diputados, con el apoyo de la extrema derecha… pues es evidente que a la gente no le importa que le gobiernen corruptos. 

¿España sigue siendo un país racista?

Yo no creo que España sea más racista o menos que otros países. El racismo es un rasgo adquirido que nos instalan siempre desde el poder para enfrentar a los que menos tienen entre sí. Crear enemigos imaginarios donde no los hay y que no se revuelvan contra quienes se tendrían que revolver, que es contra la gente que los explota. Es mucho más fácil criminalizar a un mantero o a un inmigrante que ponerte a preguntar por qué las grandes fortunas y corporaciones de este país no pagan impuestos. O por qué la distribución de la riqueza no es más justa. No creo que los seres humanos seamos racistas. Es esta cosa tan bonita que a veces se ve: los niños no son racistas, no diferencian a un niño de otro color. Ese germen, ese veneno, esa porquería… nos la meten en la cabeza. Por el interés de alguien. 

Como creador, como actor, guionista, escritor, ¿sientes que tienes una responsabilidad social? ¿La cultura es política?

Yo creo que sí. Creo que la obligación de la cultura y del creador que aspira a hacer algo que vaya más allá del mero entretenimiento, es plantear no sé si tanto respuestas como preguntas. Preguntas que lleven a la reflexión. Soy un ferviente admirador de la mayéutica socrática, ese proceso de conocimiento a través de las preguntas, que en el fondo es una forma de galleguismo (risas). Responder a una pregunta con otra y llegar a una conclusión. Esa es la labor de la cultura. Ponernos un espejo delante y que no nos den mensajes mascados. Que nos obliguen a cuestionarnos las cosas. A partir de ese cuestionamiento pueden surgir nuevas vías de relación, de modelos económicos, sociales, etc. 

¿Qué relación tiene España con su propia cultura? ¿Por qué “marca España” siempre es Rafa Nadal y no Almodóvar, o Javier Bardem, o Penélope Cruz? 

Bueno, yo creo que a veces extendemos mucho esa imagen de que hay un prejuicio contra la cultura, contra el cine… entiendo que hay españoles para los cuales esto es así, para los cuales marca España es Rafa Nadal, que es un excelente tenista y contra el que no tengo nada que decir, claro. Pero no reconocen la valía de actores que ganan Oscar, o de grandes directores, o de escritores que llevan el castellano por todo el mundo. Es una falta de calidad democrática de la ciudadanía. Cuando parte de la ciudadanía dice “no son de los míos”, entienden “están contra mí”. Y entonces todo lo que venga de estas personas es vulgar, es mediocre.

Decían que el pecado nacional es la envidia, pero creo que fue Fernán Gómez quien dijo que no, que el pecado nacional de España es el desprecio. Despreciar al que no piensa como tú. Si tú has conseguido un logro importantísimo en un campo que en otro lugar del planeta te harían sir, o lady, o te darían la orden de la legión de Honor… aquí se dice “no, se lo habrán dado por esto, o por lo otro”, o “seguro que es una golfa”… no sé qué. Ese es el desprecio. Tiene que ver mucho con la mentalidad del siervo. En este país nunca ha habido un culto a la excelencia, y de eso tiene la culpa el franquismo. Aquí se premia la mediocridad y se alienta el seguidismo. “Esto es lo que hay que pensar”. Cuando alguien se sale un poco del discurso oficial se convierte en un enemigo.

Eso que decías de “mentalidad de siervo” también se manifiesta en que seguimos teniendo una monarquía, ¿no? ¿Esta monarquía nos convierte en siervos?

Esta monarquía nos convierte en súbditos, que es un eufemismo de “siervo”, en realidad. Sí, yo evidentemente soy republicano por emoción y por convicción. No entiendo que haya una familia que esté por encima de la ley, no entiendo que haya una institución que no tiene ninguna legitimidad democrática (la puso a dedo un dictador). “Que sí, cuando se votó la Constitución, no sé qué…”. Mire, esto es muy sencillo. Si de verdad somos una democracia, y somos adultos, ¡que nos pregunten! Y entonces tendría toda la legitimidad del mundo. Si en ese referéndum saliese la monarquía, yo sería el primero que la aceptaría gustosísimo, porque es lo que quieren el resto de mis conciudadanos, aunque no lo entienda. Pero nunca nos han hecho esa pregunta. Somos una ciudadanía tutelada. Todavía piensan, algunos, por nosotros. Deciden lo que estamos preparados para votar y lo que no.

¿Qué te hace pensar la irrupción de Vox? ¿Es cierto esto de que hay tantas personas de extrema derecha en España, dónde estaban hasta ahora: callados, disimulando? Parece que se ha puesto de moda cierta bravuconería al respecto, cuando antes primaba el pudor. 

La corrupción galopante del PP ha llevado a un desagregamiento de las fuerzas de la derecha que antes convivían todas felizmente unidas en la misma gran casa: había desde liberales hasta fascistas. Porque los franquistas son fascistas, matiz arriba, matiz abajo. El PP gobernaba, era todopoderoso, tenía su gran red clientelar y todos se las prometían muy felices. Cuando el PP empieza a perder poder, esto desaparece y se hacen sus marcas. Los señores de Vox no se han generado espontáneamente ni venían de otro país: estaban en el PP. Ahora lo que pasa triste y vergonzosamente es que hay mucha gente que ha decidido que está muy bien ir por la calle proclamando que es machista, racista, xenófobo, homófobo… sin complejos.

Luego es esto que me hace mucha gracia: ¿por qué le llaman ser políticamente incorrecto si son fachas? En Vox no son políticamente incorrectos, son fachas de manual, y como todos los fachas de manual, luego son los más fieles lacayos de los poderes tradicionales. Se dedican a lanzar grandes soflamas de que van a cambiar tal, y bla, bla, pero luego trabajan para los dueños de todo esto. ¿Por qué nadie habla del programa político de Vox? Porque es lo más tradicional del mundo: menos impuestos a los ricos, que se jodan los pobres y a quien no, estaca.

Sabes que Vox quería reivindicar a Blas de Lezo. Me gustaría saber a qué personaje histórico reivindicaría Carlos Bardem.

Yo reivindicaría a los grandes ilustrados españoles del XVIII. Reivindicaría a los maestros y maestras de la República. A los que pusieron en marcha las misiones pedagógicas para llevar la cultura al pueblo español y que por eso mismo siempre fueron los primeros asesinados cuando los franquistas entraron en el poder. 

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